13. PROYECTOS DE UNIDAD IBÉRICA, 1787-1822
Existe un PROYECTO DE UNIDAD GLOBAL IBÉRICA a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX que hubiera reunido la totalidad de los territorios de los imperios español y portugués, constituyendo así una de las mayores entidades políticas de la Historia.
Este proyecto es menos conocido que la “Primera Unidad Ibérica” o “UNIDAD FILIPINA” de los siglos XVI y XVII, bajo los tres Felipes, pero podría haber creado una potencia aún más formidable: se extendería por 30 millones de kilómetros cuadrados de territorio contiguo en las Américas y tendría una sólida presencia pentacontinental.
A lo largo de los siglos, la inteligencia española siempre consideró la unión de España y Portugal, junto con sus dominios, como un proyecto factible, que estaba postergado ante otras prioridades y a la espera de una oportunidad histórica para su realización.
El mantenimiento en la recámara de estos planes de unidad explicaría la permisividad de España ante la expansión del Brasil o el monopolio portugués en África, mientras centraba sus esfuerzos en otras geografías, como la norteamericana, que estaba fuera del alcance de los lusos.
Es en la INSTRUCCIÓN RESERVADA de Carlos III para la Dirección de la Junta de Estado, de 1787, donde se menciona la REUNIÓN DE DOMINIOS DE ESPAÑA Y PORTUGAL, que se planea a través de MATRIMONIOS RECÍPROCOS entre miembros de las dos Casas Reales.
En ella, además, se señalan otros objetivos geopolíticos como la recuperación de Gibraltar, Jamaica y las costas de Honduras.
En preparación de esta REUNIÓN DINÁSTICA, en 1784 se habían celebrado los MATRIMONIOS de la infanta española doña Carlota Joaquina, hija del futuro Carlos IV, con don Juan, príncipe del Brasil, y del infante don Gabriel con doña Mariana de Portugal.
También se planea la abolición de la LEY SÁLICA, restableciendo la LEY ANTIGUA DE CASTILLA, lo que abre el camino para que los hijos de Carlota y Juan sean REYES DE ESPAÑA Y PORTUGAL, uniendo así los territorios de las dos monarquías, que se representan en verde.
Este proyecto languidece en los años siguientes. Pero durante la invasión napoleónica, una serie de eventos ofrecen la OPORTUNIDAD de rescatarlo por otras vías, aunque su alcance se ve reducido al ámbito suramericano.
En 1807, la Corte Portuguesa, incluyendo a Carlota y Juan, abandona la Península y se traslada al Brasil. Se muestra el ITINERARIO seguido desde LISBOA a RÍO DE JANEIRO, la nueva capital (aquí se representa también ARANJUEZ, lugar de nacimiento de la infanta).
Este recorrido es una auténtica “translatio imperii”, en la que el CENTRO del poder global ibérico pasa de la Península a las Américas, donde aún se sitúa a día de hoy.
En 1808, tras la abdicación de su padre, Carlota se propone sustituir a su hermano Fernando en la sucesión al trono de España, alegando ser la única integrante libre de la Familia Real española.
Se crea una red de partidarios de esta causa política en el RÍO DE LA PLATA. A la vez, el príncipe Juan del Brasil aprovecha las pretensiones de su esposa para reclamar derechos sobre las provincias hispanoamericanas.
Estrategas portugueses como Rodrigo de Sousa sugieren la expansión del poder lusobrasileño hacia el POTOSÍ y BUENOS AIRES, para controlar así la gran minería del centro suramericano y la Cuenca del Plata al completo.
Esta SUDAMÉRICA CARLOTISTA, rodeada aquí por una línea verde oscuro, podría haber sido el EMBRIÓN de una unidad panibérica: constituía un núcleo de aglutinación territorial en torno al BRASIL y el RÍO DE LA PLATA, estabilizado por la presencia monárquica en Río de Janeiro.
Sin embargo, los intereses regionales acabaron por imponerse: poco después, el espacio hispanoamericano se ve envuelto en las catastróficas guerras de Independencia, mientras que el Brasil sólo acierta a anexionarse la Banda Oriental.
La presencia monárquica en Brasil aseguró la unidad del mundo luso durante unos años más, al constituirse en 1815 el REINO UNIDO DE PORTUGAL, BRASIL Y LOS ALGARVES, que se representa en rayado; además, es también el origen de la UNIDAD DEL BRASIL, independizado de una pieza en 1822, y que hoy es la primera potencia del mundo ibérico por población, territorio y economía.
Desde cierta perspectiva, el Brasil puede entenderse como depositario de un legado geopolítico de alcance panibérico; este legado puede ponerse en valor si es capaz de redescubrirlo, reinterpretarlo y explicárselo al resto del Mundo Ibérico para hacer valer su liderazgo.
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